CLEOPATRA Y JULIO CÉSAR: ¿SE OPERARON DE CIRUGÍA ESTÉTICA?

Si te preguntamos por personas que hayan pasado a la Historia por su belleza, seguramente, entre las primeras opciones que te vengan a la mente, estén Cleopatra y Nefertiti. Dos reinas de cuyos encantos estéticos se ha venido hablando de lo largo de los siglos y cuya representación artística se ha ajustado a tal tradición. Pero, ¿y si, en lugar de ante representaciones fidedignas de ellas, no estuviéramos más que ante imágenes idealizadas?
“Su trato tenía un atractivo inevitable, y su figura, ayudada de su labia y de una gracia inherente a su conversación, parecía que dejaba clavado un aguijón en el ánimo”. Así describía Plutarco a Cleopatra; como vemos, haciendo más referencia a su forma de desenvolverse en sociedad que a un físico, según otros historiadores, poco ajustado al del imaginario colectivo.

Parece ser que  Cleopatra se rodeó de artistas, encargados de hacer perdurar en el tiempo el ideal de belleza con el que quería ser recordada. A base de cinceles y pinceles ajenos, consiguió “moldear” la nariz aguileña que tenía, “aumentar” de estatura, pues apenas superaba el metro y medio, y “reducir” su peso.

De su conocido amante, el romano Julio César,

también llegan descripciones contradictorias en lo que a su apariencia física se refiere. Para el historiador Suetonio, César era alto, algo “rechoncho”, de blanca tez y ojos negros; sin embargo, Plutarco le describía con una estatura media y delgado.

 

Pero volviendo a los “retoques”, algo similar a Cleopatra le pasó a Hatshepsut, reina-faraona de la XVIII dinastía de Egipto, cuyas representaciones artísticas le valieron un hueco en el Museo Egipcio de El Cairo, pese a que, una vez descubierta su momia resultó que padecía alopecia y obesidad. Una muestra más de que gran parte de los bustos, relieves y demás elementos artísticos de la Antigüedad no se hicieron precisamente a imagen y semejanza de las personas a las que representaban.

La máscara que cubría el rostro del famosísimo  Tutankanon mostraba una imagen idealizada del faraón, del que actualmente sabemos que tenía grandes dientes, caderas anchas, una cojera severa y un pie zambo. Y no olvidemos, finalmente, a Nefertiti: se le realizó un TAC a la famosa escultura de su busto que, bajo esa apariencia perfectamente simétrica y proporcionada, se cubría el de una mujer algo más mayor, con arrugas, pómulos menos marcados y una nariz más grande.

DR. JOSÉ CÓRDOBA CAMPOS.

CIRUJANO PLÁSTICO.

MIEMBRO DE LA SECPRE